O alcalde participa nos cursos de verán da Uned

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O alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Fernández Lores foi onte o primeiro ponente do curso de verán da Uned sobre “Igualdade, xustiza e discapacidade”, no que participou cunha conferencia baixo o título “A cidade amiga”. A súa intervención foi a seguinte:

 

Hablar de una ciudad accesible no es nada si no se habla primero de una ciudad para las personas.

Los ciudadanos y las ciudadanas como epicentro de una vida urbana plural, multifacética, integradora, solidaria, cohesionada, igualitaria, dinámica, liberadora y amigable.

Todos ellos aspectos positivos que guiaron un conjunto de decisiones políticas capaces de cambiar en pocos años el rostro de la capital.

Así lo hemos hecho en la última década, siguiendo un modelo global e integrado que afecta a todos los ámbitos de la movilidad: el uso del espacio público, las funciones de la ciudad, la actividad económica, el transporte público, los automóviles particulares, la seguridad viaria, las infraestructuras, el aparcamiento, los desplazamientos sin motor, los tránsitos peatonales, el estado de los pavimentos, etc.

 

Una transformación rotunda

Desde 1999 Pontevedra ha ido transformándose en la ciudad que hoy es, con su apuesta por la accesibilidad prácticamente universal en el espacio público.

Para ello, los momentos más transcendentales han sido recuperar grandes espacios especialmente del centro histórico y comercial. 

Espacios que antes eran de uso exclusivo de los coches hoy están recuperados para otras actividades mucho más útiles y rentables para todos.

Estáis viendo unas imágenes bastante elocuentes sobre el antes y el después de diversos lugares que han sido reformados. Estos son unos cuantos, pero así ocurre en prácticamente toda la ciudad.

 

La ciudad para los ciudadanos

Los pontevedreses quisimos dar un ejemplo de recuperación urbana en una ciudad de pequeñas dimensiones, con un intenso dinamismo económico, un prometedor futuro turístico y una gran potencia transformadora.

El concepto básico fue entregar la ciudad a los ciudadanos, hacerla más de la gente, de las personas. 

Conectar los espacios públicos con las nuevas tendencias del consumo, con los nuevos hábitos de vida. 

Limitar la tendencia a los grandes centros comerciales fuera de la capital, que en muchos casos llegaron a sustituir los espacios públicos como lugares de relación, de cultura, de ocio y de esparcimiento.

 

Menos coches, más personas

La reforma urbana fue capaz de aumentar el espacio público, antes “invadido” por los automóviles, que hacían de la mayoría de las calles auténticos almacenes

La accesibilidad de los espacios públicos fue una de sus coordenadas principales, en aquellos lugares que necesitaban una completa transformación.

 

Modernizar

La reforma urbana fue sobre todo modernización. En estos años se renovaron la mayoría de las calles, se fue calmando el tráfico a motor y se restauraron las redes de servicios públicos, desde el saneamiento a las conducciones eléctricas, de agua potable, fibra óptica o gas.

En las actuaciones de superficie, se pusieron las bases para extender la accesibilidad universal a aquellas zonas que por su antigüedad no precisaban reformas profundas, pero sí adaptar sus espacios a las condiciones de accesibilidad y seguridad que debe cumplir toda la ciudad.

 

Mejorar la seguridad peatonal

Medidas que se completaron con otras para reducir los accidente, mejorando la coexistencia de peatones y vehículos.

Gracias a las limitaciones físicas, los coches no suponen un especial peligro para la ciudadanía que camina a pie o anda en bicicleta o en cualquier otro medio no motorizado.

 

Valentía en la gestión

Los primero que tiene que ser accesible en una ciudad son las cabezas de sus dirigentes. 

De nada sirven las teorías sobre la movilidad o la accesibilidad universal, si los responsables políticos no se deciden a tomar las riendas de la transformación en positivo, que tenga en cuenta los valores estéticos y económicos, pero sobre todo también los valores morales que dan fuerza a estas políticas transversales, valientes y positivas, capaces de cambiar el paisaje urbano, capaces de penetrar en el alma de la ciudad.

Pocas cosas pueden enorgullecernos más que comprobar cómo nuestra ciudad se va transformando en un espacio más útil, más seguro, más amable sobre todo para aquellos que tienen más dificultades de movimiento.

 

Lo más positivo del ser humano

Las políticas de accesibilidad tienen que ver con los valores más positivos del ser humano, ya que hacen posible mejorar las condiciones de igualdad de muchas personas, para que puedan desplazarse cómodamente, facilitándoles su derecho a la libertad de movimientos.

 

La accesibilidad, buena para todas y todos

Por otra parte, derribar las barreras físicas inútiles en una ciudad es muy grato. 

Si aumentamos la comodidad de las personas con dificultades, aumentamos también la del resto de la población, pues casi siempre es más agradecido para todas y todos utilizar una rampa en vez de una escalinata.

Muchos de nosotros, teniendo la opción de utilizar una u otra, optamos por la rampa con naturalidad, simplemente porque nos resulta más fácil.

 

Cada año, cada euro

La Pontevedra imaginada en un principio fue tomando cuerpo año tras año, presupuesto tras presupuesto, euro a euro, inversión tras inversión, contratación tras contratación.

Fue una prioridad absoluta los primeros cuatro años, continuada después con nuevas áreas urbanas convertidas en espacios educados y amables, ganados para mejorar la calidad de vida.

Hoy continua el proceso con nuevas intervenciones en las zonas más alejadas del centro, en espacios del rural, en las nuevas sendas fluviales que recorren los ríos y la ría.

Gran parte de las cuentas públicas anuales fueron destinadas a este fin regenerador. Dinero que hay que pelear euro a euro con planes generosos pero austeros, con sentido y con la seguridad de que cada euro público invertido en la ciudad iba revertir en su calidad, en convertirla en un lugar atractivo para vivir e invertir.

 

Garantizar un derecho básico

Facilitar el movimiento a las personas con dificultades no es una dádiva de la mayoría con la minoría, sino un derecho que tienen estas personas.

Nuestra obligación consiste en facilitárselo sin más, igual que facilitamos, en mayor o menor medida, la actividad económica, la cohesión social o el transporte público.

 

Discapacitados, mayores, padres y madres …

Solemos personalizar las políticas de accesibilidad en aquellos ciudadanos que se sirven de sillas de ruedas para realizar sus desplazamientos, o los invidentes, que se sirven de bastones para orientarse y moverse.

Sin duda, son grandes beneficiarios de estas medidas, pero no los únicos.

Cualquier persona que tenga dificultades sensoriales agradece la ausencia de obstáculos, así como las personas mayores, que van perdiendo la agilidad anterior y valoran las rampas, los andenes únicos o el hecho de que los automóviles circulen despacio por las vías urbanas.

También los padres y madres de recién nacidos, los usuarios de bicicletas, ya que los coches circulando a menos de 30 km/h, no suponen un peligro para ellos.

 

Los coches

Mucha es la gente que conduce, incluso mucha la que disfruta conduciendo.

El coche es una máquina que fue penetrando muy fácilmente en nuestras vidas hasta convertirse casi en imprescindible, máxime en un país de hábitats dispersos como el gallego.

También es un símbolo de prestigio social, sin duda impulsado por la fuerte carga publicitaria con la que el mercado nos bombardea constantemente.

Cada vez hay más coches para las mismas calles. Las ciudades se ven abocadas a tomar medidas drásticas sobre la función y ubicación de los automóviles.

Preguntas que aun suenan raro, como dónde deben guardarse los coches cuando no se utilizan, si es normal estar respirando su humo mientras paseamos o escuchando su ruido mientras dormimos, comienzan a ser habituales, por no hablar de todo lo relacionado con la seguridad vial.

Alguna vez nos recriminan el número de pasos de cebra elevados que instalamos en las principales avenidas de la ciudad, para dificultar la velocidad y prevenir los accidentes graves. 

Una sola vida que salvemos gracias a esas dificultades justifica por sí misma esta acción preventiva.

 

La participación

La fuerza de los impulsos públicos en pro de la accesibilidad sería distinta si no existiese un movimiento social que demandase inversiones públicas, mantuviese encendida la antorcha de la reivindicación y cooperase en la búsqueda de soluciones.

Sin el ánimo de los pontevedreses, la capital no podía haber cambiado tanto como lo hizo. 

En la reforma urbana se implicó toda la población, unos a favor y otros en contra … la controversia y el activo intercambio de opiniones hace las sociedades más maduras y la democracia más sólida.

Las entidades vecinales con sus críticas y sus enhorabuenas, así como los ciudadanos más activos, los comerciantes y resto de empresarios, participan en un proceso transformador que siente el aliento de la ciudadanía y se mueve con él, apoyado en las firmes decisiones municipales.

Si alguien se distingue por poner toda su inteligencia en el proceso son las entidades que agrupan a las personas con minusvalías físicas, activos fundamentales de una transformación a la que nos ayudan cooperando con ideas, estudios y propuestas.

Y también probando algunas obras públicas, certificando que se adaptan a las condiciones más exigentes.

 

Los profesionales

Transformaciones como la que está experimentando Pontevedra nacen sobre todo de la ciudadanía, que las impulsa a través de las instituciones que las representan, en este caso el Ayuntamiento.

Tras las decisiones políticas está la implicación de los profesionales: técnicos de múltiples especialidades que generan proyectos, se forman en disciplinas aun por desgracia algo “verdes”, y se implican en conseguir avances en estas acciones transformadoras.

 

Un cometido inacabado

La ciudad es un ser vivo, su gestión es infinita, nunca termina. 

Conseguimos unos avances bastante evidentes, pero aun no podemos estar satisfechos. 

Muchos espacios privados avanzaron en paralelo en la eliminación de barreras, pero son muchas las dificultades que se detectan cada día. 

Sabemos que queda mucho por hacer, pero también sabemos que lo más importante está hecho: que cualquier intervención urbana tenga en la accesibilidad universal un valor fundamental para garantizar el derecho que a todos nos asiste a movernos libremente. 

En eso estamos, imaginando e impulsando cada día nuevas acciones para convertir Pontevedra en un referente de la calidad urbana, y siempre con el estímulo de la accesibilidad universal.

 

Los reconocimientos

Las acciones de renovación de la ciudad según los criterios de la accesibilidad universal no siempre son bien entendidas. 

De hecho, generan bastantes miedos en algunos sectores, y producen rechazos ideológicos que subyacen en el trasfondo de los modelos urbanos defendidos por las distintas opciones políticas. 

Por eso son tan importantes los reconocimientos que se producen tanto en el interior de la ciudad como en el exterior.

La participación en jornadas y congresos, las visitas prácticas de técnicos, los trabajos conjuntos con entidades como la Organización de Ciegos (ONCE), la Confederación de Minusválidos (COGAMI), entre otras acciones, aportan al proceso transformador una dimensión interesante, en el campo de la difusión y el ejemplo de los valores de la accesibilidad universal.

Cada mención que se hace a Pontevedra como ejemplo de ciudad integradora y accesible, es un motivo de orgullo para todas y todos los que de alguna manera estamos colaborando en la transformación de esta ciudad.

En el capítulo de los reconocimientos de honor, hay que citar el Premio Cermi a la accesibilidad, concedido por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad, a la mejor acción autonómica o local en 2007.

El premio “Ciudad de Piedra”, de la Asociación de Graniteiros de Galiza.

El lema bajo el cual el Parlamento Gallego celebró sus 25 años en la ciudad: “Accesible, habitable, participativa, la ciudad imaginada” (2006). 

En 2008, el jurado de los Premios Nacionales de la Cultura Gallega concede este importante reconocimiento a nuestra ciudad en su sección de Patrimonio Cultural.

A estos primeros premios siguieron otros, relacionados con la seguridad vial, como el otorgado por la fundación Fesvial, o el nos concedió la DGT y la Federación de Municipios y Provincias en Córdoba, tras el II Encuentro de Ciudades y seguridad vial.

En el capítulo de enfoques globales como ciudad sostenible han llegado dos premios internacionales: el ONU Hábitat, entregado en Dubai, que reconoce en todo el mundo experiencias positivas para la mejora de la calidad de vida de las personas.

Y el que otorga el centro neoyorkino por el Diseño Activo, Center for Active Design, que nos pone como ejemplo para indicarles a las pequeñas ciudades americanas cómo deben orientar sus políticas de movilidad, potenciando la peatonal y natural en detrimento de la mecanizada.

 

Nuestra apuesta seguirá este camino global en pro de la igualdad y la integración de todas las personas, sean cuales sean sus circunstancias físicas.

 

Muchas gracias.